Ilimitada
Lo hemos escuchado más de una vez:
“Siempre debemos tener un seguro contra accidentes, vida y salud, porque es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo.”
Y aunque es una frase que parece contagiosa, encierra una gran verdad: muchas veces, al momento de necesitarlo, nos damos cuenta de que lo que enfrentamos no está cubierto por nuestra póliza.
Es un riesgo enorme, una barrera que impide disfrutar de los beneficios que, en otros momentos o bajo otras coberturas, creíamos tener asegurados.
Tu historial siempre será tu mejor aliado. Puede indicar al asistente durante una llamada si el beneficio corresponde al asegurado o, con mucho pesar, confirmar que ese incidente no está cubierto.
Cada escenario trae consigo un aprendizaje. Tener experiencia nos permite ver las cosas desde otra perspectiva. Recientemente, al usar una póliza de auto, omití algunos datos importantes. En las pequeñas letras estaban los detalles generales que a veces desconocemos. Ese pequeño dato me hizo perder ciertos beneficios.
Y, en medio de esa frustración, comprendí que algunas veces esos detalles se convierten en pequeños llamados de atención divinos. Dios los utiliza para recordarnos que, aunque creemos tener todo bajo control, es mejor que Él tenga el control total.
Una simple decisión puede llevarnos a actuar con desesperanza. Pero encontrarnos con sorpresas es también una oportunidad para agradecer: Dios ya lo tenía todo bajo control.
Y fue en ese momento cuando llegó esta reflexión que ahora comparto:
Existe una cobertura que siempre está vigente y tiene uso ilimitado.
Cada mañana, como bien dice su Palabra:
Nuevas son sus misericordias.Lamentaciones 3:23
Es decir, cada día se renueva la vigencia divina.
Y lo maravilloso es que, aunque a veces ni siquiera lo merezcamos, Dios —nuestro Padre— se complace en entregarnos sus beneficios, y lo hace en cada latido, en cada despertar.
Su cobertura está vigente. Su uso es ilimitado.
Qué maravilla saberlo.
Esta noticia es demasiado valiosa como para no compartirla. Jeremías 33:3 lo declara:
“Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
Esa es una de las cláusulas de esta póliza celestial: clamar a Él.
Dios espera que tengamos una dependencia y una relación directa con Él. Eso nos garantiza que, cada día, Él cuida de nosotros.
Si Él cuida de las aves… ¿cómo no va a cuidar también de ti?
Hoy quiero decirte algo con certeza:
Pon todas tus cosas en las manos del Señor.

