Viviendo agradecida, es una responsabilidad que hoy más que nunca afirmo con cada latido.
En cada paso de nuestro caminar, hay una mano invisible que sostiene, un susurro que guía y un amor que nunca falla. A lo largo de estos años, he aprendido que los cuidados de Dios no siempre llegan en forma que estamos esperando o bien de la forma que hemos planificado con nuestras fuerzas y capacidades, sino en los detalles: en una palabra oportuna, en un abrazo inesperado, en la fortaleza para seguir cuando todo parece incierto.
Hoy, mi corazón se llena de gratitud al reconocer Su presencia constante. Porque en cada momento difícil: Él fue refugio. En cada alegría: compañero. Y en cada decisión: Admirable Consejero.
Gracias, Señor, por cuidar de mí con un amor que no conoce medida y por enseñarme a valorar cada latido como un Regalo Divino.
Isaías 9:6
https://www.biblegateway.com/passage/?search=Isaías%209%3A6&version=RVR1960
